No está muy claro cómo ha pasado, quién ha dicho qué o cuál ha sido la causa. Enfado. Suena horriblemente mal. A no ser que empleemos esa infalible arma blanca que es el sarcasmo, no existe manera alguna de pronunciar esa palabra con una sonrisa en la cara.
Se traduce en que de repente, parece que todo lo vivido y todo el cariño se hayan volatilizado. Pero no nos equivoquemos, nada se ha ido.
El ser humano se retracta de sus errores para crecer. No tener errores significa no crecer. Por lo que cometer errores es parte del proceso. Enfadarse por ello es, visto desde la perspectiva más impasible, entorpecer la evolución de una persona.
Pero hay mucho más. Esta era la forma más mecánica de verlo. Pasemos a lo que nos llega adentro, a lo que duele. Es una sensación de malestar, donde la conciencia dice que algo va mal. No es nuestro estado natural y no tenemos muy claro cómo actuar. Ahí es donde todo se complica. Seguir leyendo «Pérdida imperdonable»